sábado, 30 de enero de 2016

Cambio de imagen (II). La sesión fotográfica


Un estudio de fotografía es algo así como un lienzo en tres dimensiones. Dentro de la abundante oferta de estudios que hay en Madrid, cada cual tiene su propia estética. Unos son más underground y otros más asépticos, decorados aquí con colores cálidos y allá con tonos fríos, y, donde algunos colocan la reproducción de un Warhol, otros ponen una estantería con gruesos tomos de fotógrafos célebres, siendo posible hojear la obra de Richard Avedon o Helmut Newton mientras se espera a que los anteriores inquilinos desocupen el estudio. No obstante, todos estos adornos van dirigidos a hacer más atractivo un lugar que, dicho de forma escueta, consiste en un espacio diáfano; un voluminoso folio en blanco donde jugar con figuras. 

Nosotros nos presentamos en uno de estos estudios acompañados por la fotógrafa Clara Paradinas. Previamente, habíamos mantenido una serie de conversaciones con la agencia que nos echa un cable en estos asuntos para definir el estilo de las fotografías. De la misma forma que, en una fase anterior, habíamos marcado las pautas de la vestimenta, debíamos obtener ahora unas imágenes representativas de nuestro estilo musical, de esa tendencia al claroscuro que, por lo visto, se da en nuestro sonido.

Lo interesante de aquella sesión fue que, después de un primer tiempo en el que se llevaron a cabo las ideas preconcebidas que creíamos idóneas para nuestras imágenes, nos entregamos a una serie de licencias creativas que posteriormente nos sugirió Clara… Y, ¡sorpresa! Su apuesta funcionó y las tomas resultantes parecían aún más aptas para los fines publicitarios que buscábamos.

Escribimos estas líneas pensando, especialmente, en la fotografía donde la banda, a modo de marionetas, deja sus extremidades a merced de unos hilos manejados entre bastidores. La imagen, desde luego, no tiene desperdicio… A más de uno le puede resultar incluso irónica si piensa con cierta malicia en las presiones, avatares y vaivenes a los que está sometido este bello berenjenal que es el mundo de la música.

A la hora de hacer la toma, el grupo no fue atado a nada en ningún momento. Nos colocaron en las muñecas unas pulseras de hilo negro y nos pidieron que mantuviéramos nuestros brazos en vilo, en posturas extrañas, dejando las manos muertas. Después de todo, el dolor de brazos mereció la pena, así como el tiempo y minuciosidad que la edición de la foto exigió a Clara, pues los hilos fueron añadidos con Photoshop hebra a hebra.

Así las gastamos nosotros. Si la minuciosidad es o no un valor presente en nuestra música es un interrogante sobre el que invitamos a opinar a nuestros seguidores. Lo incuestionable, en este caso, sería la atención al detalle que suelen mostrar nuestros colaboradores y la importancia de ese esfuerzo a la hora de impulsar y difundir nuestra música.


martes, 29 de diciembre de 2015

Cambio de imagen (I). Renovando el look

«Id de compras juntos». Fue la sugerencia aparentemente nimia que nos hicieron hace algún tiempo. La recomendación, relacionada con la adquisición de nuevas prendas de vestir, venía por parte de una agencia con la que estamos trabajando para impulsar nuestra imagen y cultivar las herramientas necesarias para acceder a un público más amplio. Posteriormente, no sólo descubrimos que ir a renovar vestuario con amigos da mucha menos pereza que hacerlo en solitario, sino que la sugerencia resultó no ser tan superflua. 

Es en jornadas como ésta cuando advertimos que en el mundo existen, al menos, dos clases de espejos; por un lado, el espejo de vidrio en el que las personas nos vemos gordas, flacas o sublimes y, por otro, el espejo de las retinas de los allegados, cuya misión es desmontar por completo lo que se ha visto en el espejo de vidrio. Tal vez la labor, planteada de esta manera, parezca muy difícil de acometer teniendo en cuenta la disensión entre ambas formas de reflejarse. 

No obstante, después de soltar unas cuantas carcajadas ante nuestras diversas propuestas indumentarias, acabamos encontrando algo parecido a un estilo propio; una línea que afecta a colores, tipos de prendas y complementos, y a la que debemos ajustarnos a la hora de vestir en conciertos, entrevistas, sesiones de fotos o cualquier otro evento relacionado con Neverend. En este sentido, la música no difiere de otros trabajos a la hora de exigir unas condiciones de vestimenta determinadas.

Pero, ¿qué estilo es ése del que hablamos? Para nuestra decepción –o, mejor dicho, para nuestro alivio–, no tiene nada que ver con faldas irlandesas, gafas multicolores o maquillajes de arroz. En realidad, es mucho más sencillo que cualquier excentricidad perpetrada por algunas de nuestras bandas favoritas y podréis verlo muy pronto, cuando aparezcan nuestras fotos promocionales.